sábado, 28 de diciembre de 2013

Lars y sus manías





Juicios de valor serios y spoilers, para más adelante. Mientras tanto, un breve aperitivo de obviedades para los que os vayáis a poner guarros estos días al cine.  


1. Lars ha estado viendo mucho cine asiático. 

2.  Lars ha sacado una extraña vena mainstream y ha copiado directamente material de Lana del Rey y Kanye West...¡ya vale de antílopes y guepardos, por el amor de Dios!

3. Usar a Freud como fuente de inspiración es bien. Sostener el anclaje de toda la historia en clichés psicoanalíticos....no tanto. 

4. Definitivamente, después de Melancolía no se puede hacer nada mejor.  

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Saturno y sus amigos

Justine (Kirsten Dunst) arrastrando sus hilos de lana gris

La primera vez que vi Melancolía (Lars von Trier, 2011) salí entumecida del cine. Mi amiga y yo caminamos juntas hasta casa sin articular palabra. Fue una sacudida orgánica que duró varios días, y durante meses sólo pude referirme a la cinta vagamente, repitiendo automáticamente locuciones de El País o Fotogramas. Tiempo después escuché a Slavoj Zizek hablar de Melancolía en términos esencialmente optimistas, e inevitablemente me vino a la mente el bueno de Jean Paul Sartre y su náusea - cuyo primer borrador, por cierto, fue bautizado como Melancolía I, tomando el titulo del famoso grabado de Durero-. En mi opinión, La náusea (1938) es un relato absolutamente eufórico. Sartre no habría podido expresar tamaña vehemencia si no fuese por esta paradoja dialéctica librada en un argumento deliberadamente patético. Quién sabe si también el propio Durero había querido emitir cierta nota positiva en su grabado. Fuese este el caso o no, lo cierto es que tanto Sartre como von Trier, entre otros muchos, hallaron recogida en el icono de 1514 una rica tradición, sublimada en determinados momentos históricos (de forma apoteósica en el siglo XIX) y sólidamente anclada en lo más profundo de la psique occidental. 

Durero. Melancolía, 1514 

Esperando la llegada de Melancolía (I)

Esperando la llegada de Melancolía (II)

Hipersensibilidad, depresión y clarividencia son cualidades que definen universalmente a los individuos melancólicos, en los que Hipócrates había detectado ya en el siglo V a. C. una preocupante secreción de bilis negra. Asimismo, parece ser que estos caracteres recibían la influencia permanente del planeta Saturno, por el que sentían una atracción incontenible. Quizá Lars von Trier encontró demasiado evidente utilizar el nombre propio de Saturno en su recreación filológica de la teoría clásica de los humores, y por ello encontramos en su obra el chiste de Melancolía -porque es un chiste-, pero no dudó en dotar a Justine de todos los atributos necesarios para adecuar su personaje a los cánones melancólicos tácitamente establecidos en nuestro imaginario. 

Justine bajo el influjo del planeta Melancolía (Saturno)

También existen animales melancólicos: hipersensibles, depresivos, clarividentes. El caballo constituye el ejemplo más reconocido culturalmente, seguramente debido a su intensa relación con el hombre. No en vano ha sido utilizado en numerosas ocasiones para simbolizar episodios trágicos. La equinoterapia, disciplina que debería estarle eternamente agradecida a Robert Redford (El hombre que susurraba a los caballos, 1998), constituye la tecnificación y normativización de una extensa tradición de prácticas que se llevaba desarrollando desde tiempos remotos. En la obra de von Trier aparece una suerte de álter ego de la protagonista representado en su caballo Abraham, quien, al igual que ella, sólo encuentra la paz cuando finalmente se halla bajo el inminente influjo de Melancolía. 

    El caballo Artax en la Laguna de la Tristeza (W. Petersen, 1984) 


Abraham, el caballo de Justine

La cultura visual generada por la práctica hípica, desarrollada al aire libre y protagonizada por sujetos solitarios que se prestan a la observación de pequeños detalles como el cuero, las hojas o las gotas de lluvia en la ventana, encaja perfectamente en el marco romántico que, aunque de forma residual, prevalece en nuestra sociedad desde su eclosión decimonónica. Hoy en día estos presupuestos estéticos se manifiestan a través de catalizadores tan potentes como Instagram. En este sentido, la marca Hunter y Lars von Trier se retroalimentaron y publicitaron exitosamente gracias al fondo emocional facilitado por el exquisito guión de Melancolía. 

Publicidad de botas Hunter, 2013


Justine y sus Hunter bajo la nieve

Como Durero, Sartre, Justine y el propio Lars von Trier, Virginia Wolf también fue una persona hipersensible, depresiva y clarividente. La forma que eligió para quitarse la vida, emulando el mito de Ofelia,  no fue sino una poderosa declaración melancólica. Al igual que el resto de componentes del cuadro saturnino, el pensamiento suicida se manifiesta en Melancolía desde múltiples perspectivas y soluciones retóricas. Quizá la más llamativa de todas ellas sea el guiño a todas aquellas Ofelias retratadas en el siglo XIX. 

La muerte de Virginia Wolf  (Nicole Kidman) en Las horas (S. Daldry, 2002)


Justine reinterpretando la muerte de Ofelia

martes, 15 de octubre de 2013

occidente puro


Chris Killip os ha dejado en el Reina una pequeña muestra de Occidente sin cortar. 

Obvio admirador de Walker Evans y, por tanto, amante de fábricas y ambientes miserables que le den buena materia prima en términos sociales y tenebristas, Killip dispara directo a los perfiles eternos. A los viejos mitos y a la tragedia contemporánea. 













viernes, 30 de agosto de 2013

Sangre y nieve

Toyokuni Utagawa (1786-1865)

Con el año dual España- Japón (2013-2014) no sólo han brotado de forma masiva e inquietante los kimonos en Zara, sino que se han sido invertido grandes esfuerzos en que las viejas del Prado se pongan al día y tomen el relevo del fenómeno fan iniciado en el siglo XIX por sus bisabuelas. En este marco de excepción Ricard Bru, experto en estampa japonesa y comisario de la muestra sobre Japonismo que acogerá a tantos huérfanos de Dalí a partir de octubre, ofreció una charla en el foro de Jerónimos en la que los profanos de la gráfica nipona accedimos a los principios básicos de la misma y, en mi caso, evocamos algunos pantallazos memorables de Kill Bill, en particular la descollante escena nívea, cuya descripción considero prescindible.  

La primera vez que vi Kill Bill fue en una sesión matutina del 12 de marzo de 2004, una excursión que nuestro profesor de filosofía había preparado con mucho cariño y que por circunstancias aleatorias se había fijado el día después de los atentados del 11 M. Cualquiera que posea nociones mínimas de psicología y cultura visual entenderá por qué mi relación con la cinta de Tarantino resulta desequilibradamente intensa. Haciendo un esfuerzo por apartar la tragedia de este antojo estético, los trazos de sangre en la nieve aparecerán siempre en mi memoria ligados a otras estampas en blanco y rojo de los neutros andenes de Atocha encendidos puntualmente por señales de RENFE, velas y demás titulares que todos recordamos. 

Quentin Tarantino. Kill Bill (2003)

La dialéctica caliente-frío o la quietud de una escena repentinamente penetrada por un latigazo de sangre constituyen estrategias visuales recurrentes en la cultura japonesa por los siglos de los siglos, algo de lo que Tarantino se jacta activamente en una parte importante de su obra. 


Asuka Katsura. Blood+, 2005. 


Yodhitoshi (1839-1892)


Es más, como bien nos explicó Bru aquélla tarde en el Prado, las interrupciones magenta en láminas formadas a partir de una base tonal neutra -beige, grises o tonos pastel muy sutiles- aparecen en las estampas Ukiyo-e en numerosas ocasiones, y tras la apresurada investigación en Google Imágenes, he observado que el rojo no necesariamente traduce elementos violentos -como la sangre-, sino que resulta habitual encontrar este foco de atención cromático en aves, flores y demás plantillas del repertorio bucólico convencional. 




Hiroshige

A medida que salimos del safari del arte y subimos la calle Atocha, encontramos estos meses varias alternativas para entrar en contacto con las golosinas asiáticas. Sin ir más lejos, la filmoteca proyectó hace unas semanas algunas historias eróticas de los años 60 y 70, también llamadas Pinku Eiga, cuyos dispositivos publicitarios fueron en su día un interesante remake de las estampas vernáculas. 

Noboru Tanaka. Watcher in the attic, 1976 

Me atrevo incluso a hacer una pequeña conjetura sobre toda esta locura por el plasma centrífugo y la bandera de la Armada Imperial -todavía hoy usada por los cuerpos militares japoneses-. La tradición remite a la leyenda del Sol Naciente, pero ésto no excluye el hecho de que muchas de las escenas violentas de manga anime, del Pinku o de las propias estampas, se extiendan agresivamente sobre un fondo blanco, encarnando actividad, energía, ataque. 


Kôji Wakamatsu. Violated angels, 1967 

Bandera de la Armada Imperial Japonesa

De hecho, si enfrentamos este patrón la bandera oficial de Japón es fácil reconocer un significativo cambio de actitud. No encontramos ahora un despliegue agresivo de rayos, sino un astro rojo circunspecto, cerrado en sí mismo, como el pájaro que se asea pacíficamente ajeno al drama que le rodea. 


Bandera de Japón



BihoTakahashi, ca. 1930

martes, 6 de agosto de 2013

BRITISH TRASH_episodio cuatro



Think of England, 1999

Hoy Madrid amanece nublado y británico, y me acuerdo de Martin Parr [http://www.martinparr.com/]. Un old school de la agencia Magnum que lo pasa bastante bien. Ya hemos hablado de la importancia de pasarlo bien en anteriores ocasiones, así que no me detendré en esta cuestión. Martin giró por su Inglaterra natal en el verano de 1998, rodando un hilarante documental para la BBC [http://www.youtube.com/watch?v=lAgUpTxoR3Q] y tomando una serie de fotografías bajo el título Think of England, todo ello empacado y listo para consumo un año después. Seamos honestos: la idea es poco original, pero la materia prima es tan sumamente buena que al final uno se ve a sí mismo dando gracias a Dios porque el tipo haya cogido sus cámaras y nos lo haya servido ya editado en Youtube. 

Barcelona, 2012

Donde quiera que se esté batiendo la crema sajona en ese momento, es bastante probable encontrarse con este fotógrafo. Y descubrimos sin sorpresa que esta regla de tres le lleva a frecuentar a menudo los principales nodos turísticos de España. Algunas de las mejores piezas de guiris torrándose se pueden ver en la muestra Colección VII (Centro de Arte Dos de Mayo) hasta septiembre. 



Benidorm, 1998

Termino con su menos conocida faceta de coleccionista, descubierta por mí hace unos días cuando me topé en la librería del Caixaforum con uno de sus álbumes de postales: una interesante compilación de tarjetas de efervescentes tortolitos comentada por el propio Parr. 

Postal recogida en Bliss, 2003



lunes, 22 de julio de 2013

el hombre y la tierra

        Tenía reservada esta imagen para una ocasión especial, para un texto bien tirado y con chicha, pero hoy he pensado que en realidad no necesita demasiada información adicional. Llevo investigando a este colectivo un par de años, aunque preocuparme me preocupaba mucho antes. Conseguí una instantánea de una manada casi al completo en diciembre, tras una conferencia del primer diseñador de Cartier en la expo estrella de la temporada pasada en el Thyssen. Creo que la muestra paralela, posiblemente de algún impresionista de segunda, no pudo hacer frente al aluvión de ejemplares sedientos de brillitos que contabilizó la firma francesa.



viernes, 19 de julio de 2013

random

Hans Lang. Das Kleine Buch der Edelsteine in vielen Farben, 1928 
[ilustraciones reproducidas en Flúor #07, 2013]

Me llegó ayer el último número de Flúor. Aunque sigo sin entender por qué les hace las editoriales un mono y qué clase de política interactiva de Dora la Exploradora intentan desarrollar en en su página de Facebook, he de reconocer que casi siempre encuentro contenidos muy buenos en esta revista. Me ha encantado la historia de Jimmie Durham, sobre todo porque se ha marcado un puntazo ilustrándola con una serie de láminas muy inquietantes de Hans Lang (la reproducción es mía, obviamente casera, pero todo lo que he encontrado en la red tiene marcas de agua de páginas de coleccionismo y alucinados de las gemas).

Idem 


Leonardo y otros adelantados como William Harvey ya lo habían dado todo siglos antes con el tema de la ilustración didáctica de anatomía humana, flora, fauna y piedras preciosas. Pero no será hasta el siglo XIX, con la muerte de la Naturaleza - en tanto que Dios-, cuando nos entre de verdad el furor por reproducir y coleccionar en nuestras casas este tipo de documentos. En mi opinión el género alcanzaró su máximo exponente con los coleccionables de kiosko noventeros como La Naturaleza en tus Manos, uno de los mejores formatos que la cultura burguesa haya alumbrado jamás. 



William Harvey. De motu cordis, 1628

Yo, por mi parte, quería ser bióloga marina y me encantaban los loros. La afición de N por comprar libros raros y, a poder ser, infantiles, ha hecho que cuente en casa con una colección sobrecogedora de álbumes de peces y pájaros tropicales sobre la que probablemente me anime a profundizar más adelante. 






lunes, 15 de julio de 2013

jarabe de palo

Bartolomeo Manfredi. Apolo y Marsias, ca. 1616-1620

Que alguien me explique por qué es tan sumamente recurrente la imagen de la tortura junto a un árbol. Tengo las retinas saturadas de escarnios de toda clase y condición a la sombra de los pinos. Y no parece que la cosa vaya a remitir. Utopia, pepinazo británico de 2013 -bastante nutrido de la venganza y la pasión por el amarillo de Quentin-, es mi último hallazgo. 


 
Francisco de Goya. Desastres, 1810-1815




Dennis Kelly. Utopia, 2013


martes, 4 de junio de 2013

Rúa Fonte de San Miguel, 10




Si vais a Santiago estos días y os entra mono de María Antonieta, no dejéis de pasar por la céntrica rúa Fonte de San Miguel, número 10. En un pequeño anticuario sin nombre están haciendo liquidación de bibelots y otras chuches. Además de la postal de los dueños -padre e hijo- vestidos de chándal de puma y mascullando entre ellos, hay espejos de caoba, consolas de mármol y porcelanas de loros y cacatúas de todos los colores y tamaños. Precios bastante elevados, por cierto, pero nadie os obliga a comprar. 

Mansión del Barón de Stieglitz, 1870. 

domingo, 19 de mayo de 2013

polbo á feira B/N


SATURA Y VENCERÁS

Hace poco se estrenó la última golosina de MTV, The Valleys, esencia destilada de todas las ediciones Shore, emplazado en Gales. Ahora el trabajo de los chicos consiste en ser modelos, incluyendo localizaciones exteriores como la playa de Cardiff. Una vez más, la caspa salta a la alta cultura y viceversa. Nada nuevo bajo el sol. 


 Chidgey luciendo ventosas en la primera temporada de The Valleys


Herb Ritts. Djimon with Octopus, 1989

sábado, 18 de mayo de 2013

Shine bright y languidece

No es casualidad que escuchando la Gymnopédie no. 1 de Satie me haya acordado de los diamantes  de Rihanna. Y de sus perlas de Chanel. Hagan la prueba. 




Que no es broma. Más me jode a mí tirar siempre de una chica que ni me va ni me viene. Pero es que sus productores y directores de arte, con tanta experiencia aristotélica de los sentidos (agua, caballos y hasta auroras boreales) y tanta evanescencia lacónica, amén de los lánguidos arreglos tonales , se han puesto muy finiseculares. Y yo lo celebro. 

miércoles, 1 de mayo de 2013

BRITISH TRASH_episodio tres

Maggie



Un poquito in memoriam, un poquito que le den por culo. Como todo en la vida. Se nos fue Iron Woman, pero nos queda el diseño Brit por excelencia: hierro y piel para todos, y en todos los colores. Ya lo dicen los publicistas de Dc. Martens: "individual style, united spirit". ESO es Inglaterra. 


Dc. Martens. Union Jack


Para ver a Maggie y las botas bailando juntas y revueltas véase This is England. No tiene el mejor guión del mundo, pero la estética y la banda sonora están muy, MUY conseguidas 


Shane Meadows. This is England, 2006